Aida se estrena tras la apertura del canal de Suez. Camille du Locle egiptólogo francés escribió rl lireto mientras estaba trabajando en Egipto, venía el bueno de Verdi de no conseguir mucho éxito con sus dos últimas óperas, una de ellas era Don Carlo pero le pasaron el libreto de Camille y se animó a componer esta bonita ópera de la que hoy podemos escuchar La Marcha Triunfal.
El argumento de Aida no tiene desperdicio: Aída, una joven etíope esclava de los egipcios, vive en el palacio imperial de Memfis, al servicio de la princesa Amneris. Ambas están enamoradas de Radamés, el valeroso guerrero egipcio, mientras éste está enamorado de Aída. Las ordas Etíopes están atacando Egipto, y para combatirlas, el Rey de Egipto nombra a Radamés como el general que debe luchar con los invasores. Radamés va efectivamente al frente de las tropas egipcias, y logran vencer a los Etíopes, trayendo a Amonasro, el padre de Aída, y rey de los etíopes, entre los prisioneros, confundido con un montón de esclavos. El rey ofrece como premio a Radamés todo lo que él pida en ese día. Radamés quiere pedir la mano de Aída, y pide primero la liberación de todos los Etíopes, pero Ramfis, el Sumo Sacerdote egipcio, le advierte al guerrero y al Rey que son soldados valientes, y que se revelarán en cuanto sean liberados. Sin embargo, Radamés alega que muerto Amonasro (como lo creen), ya no hay quien quede para guiarlos. Ramfis pide que al menos quede como prisioneros Aída y su padre. El Faraón acepta, y antes de que Radamés pueda hacer nada, le ofrece también la mano de su hija en premio: Radamés algún día será rey de los egipcios. La noche anterior a su boda con Amneris, Radamés cita a Aída al borde del Nilo para proponerle un nuevo plan: guiará nuevamente al ejército egipcio contra los etíopes, y como premio pedirá su mano. Pero Aída es interceptada primero por su padre que le pide robe a Radamés el secreto de la posición de las tropas egipcias, para poder huír junto al resto de los esclavos, diciéndole que también pueden huír con Radamés, para ser felices en Etiopía. Aída acepta, y convence a su vez a Radamés de huir. Radamés, sin quererlo, se traiciona y revela el secreto, y tarde se da cuenta que Amonasro los está escuchando. Este se descubre como el rey de los etíopes, pero Amneris también los ha descubierto. Amonasro y Aída huyen, mientras Radamés, sabiéndose traidor (aunque sin intención), se entrega a los sacerdotes. Amneris está desesperada entonces porque Radamés será juzgado por traicion a la patria, y le ruega a Radamés que se disculpe, pero éste se niega: su intención no fue traicionar a Egipto, y no va a pedir disculpa por ello. Amneris le revela que en la huída solo han logrado matar a Amonasro, pero que Aída ha huído, y Radamés espera que su amada pueda tener una vida feliz, aunque él sea ejecutado. El juicio se lleva acabo, y Radamés es condenado sin defenderse, a morir enterrado vivo. Amneris desespera y maldice a los Sacerdotes. Radamés es enterrado vivo, pero cuando ya todo está perdido, descubre que Aída enterada de la condena, se ha escabullido en la tumba antes de que la cierren. Así, Radamés y Aída mueren enterrados vivos juntos, mientras la torturada Amneris pide piedad a los dioses.
El argumento de Aida no tiene desperdicio: Aída, una joven etíope esclava de los egipcios, vive en el palacio imperial de Memfis, al servicio de la princesa Amneris. Ambas están enamoradas de Radamés, el valeroso guerrero egipcio, mientras éste está enamorado de Aída. Las ordas Etíopes están atacando Egipto, y para combatirlas, el Rey de Egipto nombra a Radamés como el general que debe luchar con los invasores. Radamés va efectivamente al frente de las tropas egipcias, y logran vencer a los Etíopes, trayendo a Amonasro, el padre de Aída, y rey de los etíopes, entre los prisioneros, confundido con un montón de esclavos. El rey ofrece como premio a Radamés todo lo que él pida en ese día. Radamés quiere pedir la mano de Aída, y pide primero la liberación de todos los Etíopes, pero Ramfis, el Sumo Sacerdote egipcio, le advierte al guerrero y al Rey que son soldados valientes, y que se revelarán en cuanto sean liberados. Sin embargo, Radamés alega que muerto Amonasro (como lo creen), ya no hay quien quede para guiarlos. Ramfis pide que al menos quede como prisioneros Aída y su padre. El Faraón acepta, y antes de que Radamés pueda hacer nada, le ofrece también la mano de su hija en premio: Radamés algún día será rey de los egipcios. La noche anterior a su boda con Amneris, Radamés cita a Aída al borde del Nilo para proponerle un nuevo plan: guiará nuevamente al ejército egipcio contra los etíopes, y como premio pedirá su mano. Pero Aída es interceptada primero por su padre que le pide robe a Radamés el secreto de la posición de las tropas egipcias, para poder huír junto al resto de los esclavos, diciéndole que también pueden huír con Radamés, para ser felices en Etiopía. Aída acepta, y convence a su vez a Radamés de huir. Radamés, sin quererlo, se traiciona y revela el secreto, y tarde se da cuenta que Amonasro los está escuchando. Este se descubre como el rey de los etíopes, pero Amneris también los ha descubierto. Amonasro y Aída huyen, mientras Radamés, sabiéndose traidor (aunque sin intención), se entrega a los sacerdotes. Amneris está desesperada entonces porque Radamés será juzgado por traicion a la patria, y le ruega a Radamés que se disculpe, pero éste se niega: su intención no fue traicionar a Egipto, y no va a pedir disculpa por ello. Amneris le revela que en la huída solo han logrado matar a Amonasro, pero que Aída ha huído, y Radamés espera que su amada pueda tener una vida feliz, aunque él sea ejecutado. El juicio se lleva acabo, y Radamés es condenado sin defenderse, a morir enterrado vivo. Amneris desespera y maldice a los Sacerdotes. Radamés es enterrado vivo, pero cuando ya todo está perdido, descubre que Aída enterada de la condena, se ha escabullido en la tumba antes de que la cierren. Así, Radamés y Aída mueren enterrados vivos juntos, mientras la torturada Amneris pide piedad a los dioses.
2 comentarios:
viernes, diciembre 19, 2008
Esto ya son palabras mayores, aunque yo vengo del mal llamado género chico, y siempreha habido un pique sano,jajaja he de decir que ésto para mi es sublime.
gracias, Silvo
viernes, diciembre 19, 2008
De nada Livy, se que tienes un gusto exquisito , por otra parte muy parecido al mío jaja, gracias a tí. Un besote
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